LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO
Colin Smith es un joven de clase obrera que vive en un barrio de Nottingham con su madre viuda, el amante de esta y sus tres hermanos pequeños. Su vida no es ejemplar, pero lo será aún menos cuando robe una panadería y acabe en un reformatorio. Una vez allí, se aficiona (o sería mejor decir que lo aficionan) a correr y, gracias a sus cualidades como atleta, obtiene unos privilegios que no desea para sí. Hasta que finalmente tendrá que elegir entre el éxito como héroe deportivo y la soledad del corredor de fondo.
A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta el desencanto y la desolación invadieron a la clase obrera de Inglaterra. Ese ambiente de desesperación en la que las clases ¿medias? con televisor se vieron abocadas a la pobreza (y aún no habían llegado los ochenta con la Thatcher) fue captado por escritores como Allan Sillitoe en obras como Sábado por la noche, domingo por la mañana y La soledad del corredor de fondo. En todos los relatos contenidos en este volumen se percibe la profunda ira que domina a los habitantes de las ciudades industriales, abocadas a la pobreza y a la desesperación. Una realidad que sigue hoy igual de vigente que hace más de medio siglo...
Sillitoe formó parte, muy a su pesar, de la generación británica de "Angry Young Men" (Jóvenes airados). Más que un movimiento organizado, la expresión “jóvenes airados” fue la etiqueta puesta a un grupo de escritores y, con matices, cineastas, que surgieron a mediados de los años 50 en Inglaterra. La aceptación de esa etiqueta por algunos de ellos fue más bien tácita, mientras que otros (entre los que se encuentra Sillitoe) la rechazaron explícitamente. En el plano literario, estos autores volvieron al realismo tradicional (o social), alejado de innovaciones y modernismos. Lograron éxito comercial, pero la crítica y los escritores de generaciones anteriores los despreciaron sin piedad. Somerset Maugham los calificó de “escoria”. Cabe decir que muchas de las obras producidas dentro de este movimiento son medianas, y gran parte de su interés radica en que intentaron reflejar sin maquillaje de ningún tipo la triste realidad que se respiraba en los suburbios británicos. En el caso de Allan Sillitoe, sin embargo, se aúnan la calidad literaria con la cruda descripción de la realidad del momento, lo que convierte su obra en imprescindible.
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