REENCUENTRO
de la Biblioteca La Bòbila
T-10 és el club de lectura de la Biblioteca la Bòbila que us ofereix plaer i coneixement a partir d'un viatge literari organitzat en deu etapes. L’itinerari del “Club de lectura T-10” combina lectures, tertúlies, còmics, butlletins, xerrades o pel·lícules. És una proposta de 10 excursions lectores, 10 mirades diferents del lloc.
Després dels viatges literaris que hem fet a la ciutat de Nova York, a l'Europa Central, també anomenada Mitteleuropa i a Rússia, al peculiar humor anglès; o a les illes literàries, ens dirigim a la frontera i saltem a banda i banda..., entrem en el cor de la família, a la novel·la llatinoamericana actual, a la part fosca de França a la ciència-ficció,Infància i l'adolescència, Al marge: la mirada de l'outsider, Dones i feminisme .
I ara, Novel·la romàntica. O no... . Ens acompanyes?
REENCUENTRO
La novela empieza con estas palabras de Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick, que son toda una declaración de intenciones:La historia de 2001, una odisea espacial se remonta a 1948, cuando Arthur C. Clarke escribió un relato titulado El centinela para un concurso de la BBC. Su texto no fue seleccionado, pero su idea central, una pirámide instalada en la Luna por alguna entidad extraterrestre, sirvió de germen para la creación, un par de décadas más tarde, del famoso Monolito. Kubrick, tras rodar ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú en 1964, pretendía rodar una película de ciencia ficción diferente y rompedora, para lo cual decide buscar un escritor de ciencia ficción que pudiera ayudarle con la escritura del guión. Al final, en 1964, Kubrick contacta con Clarke, escritor británico del género que en aquel momento vivía en Ceilán (hoy Sri Lanka). Cabe destacar que Arthur C. Clarke no era un escritor de ciencia ficción a secas: fue presidente de la Sociedad Interplanetaria Británica y era un reputado científico especializado en física aeronáutica. Clarke acepta con interés el proyecto y ofrece a Kubrick una serie de relatos escritos por él mismo. Uno de ellos (el citado El centinela), llama la atención del director y es el que sirve como base del argumento. Estuvieron trabajando juntos en el guión un año. La novela fue publicada después del estreno de la película, aunque se escribió paralelamente al guión de la misma y la idea era publicarla antes de su estreno. Podría hablarse de un trabajo en equipo entre Kubrick y Clarke tanto en el guión como en la novela, pero fue el segundo el que decidió coger parte del material escrito y novelarlo (material, cabe recordar, que se basaba en un relato suyo). Por ello, es erróneo pensar que el texto de Clarke era una novelización del filme de Kubrick.
2001, una odisea espacial (la novela) plantea un sobrecogedor viaje interestelar en busca de la evidencia de que el ser humano no está solo en el cosmos. La aparición de un misterioso monolito negro es el eje sobre el cual gira una aventura que dura miles de años, desde los primeros pasos del ser humano como tal hasta la conquista del espacio. Una expedición a los confines del universo y del alma en la que pasado, presente y futuro se amalgaman en un continuo enigmático. La intriga, la acción y la desbordante imaginación propias del género confluyen en esta obra magna que plantea cuestiones que, desde los inicios, inquietan a la humanidad: ¿Qué esencia última nos rige? ¿Qué lugar ocupa el ser humano en el complejo entramado del infinito? ¿Qué son el tiempo, la vida, la muerte? Para abordar estas cuestiones, el escritor Clarke da más explicaciones que el director Kubrick, que se deja llevar por el esteticismo y la potencia visual en detrimento de la narración, de manera que la película es a veces difícil de interpretar (cosa que él sabe y que le da igual). En cambio, Clarke sí cuenta una historia en la que queda mucho más claro qué papel juega cada elemento y por qué pasa lo que pasa.
Que lo escrito por Clarke sea más claro no implica que no sea emocionante y lírico. Hay mucha poesía en las páginas de 2001, pasajes deslumbrantes en los que el autor no disimula su amor por la ciencia, el espacio y la exploración. Y lo que es más importante, logra transmitir al lector esa pasión. Clarke, además, no sólo escribe ficción científica, sino que anticipa inventos, diseños y hasta maniobras de naves, con tanto detalle (sobre todo en las novelas posteriores) que hará las delicias tanto de los aficionados como los no aficionados al género. Y supo conjugar de tal manera su faceta científica con la literaria, que en 1961 recibió el Premio Kalinga, otorgado por la Unesco en reconocimiento a su labor como divulgador científico al gran público.
Entre la Ciencia Ficción del siglo XX existen títulos que se han convertido en toda una institución del género, más por lo que tienen de verosimilitud que por lo que tengan de puramente ciencia ficción. Sirva de ejemplo este Flores para Algernón de Daniel Keyes, que en 1959 fue publicado como relato en The Magazine of Fantasy & Science Fiction y en 1966 vio la luz como novela. Daniel Keyes, adelantándose a su época, nos obsequia con uno de los más apasionantes viajes interiores de la ciencia ficción a través de la historia de Charlie Gordon, un hombre de 32 años que sufre un severo mental y que es propuesto para someterse a una operación que le permitirá aumentar su inteligencia. A un ratón llamado Algernón se le ha sometido a la misma operación poco tiempo antes y sus progresos son altamente esperanzadores, razón por la que él "decide" dar el paso y operarse también. Él mismo va contando su experiencia en su Informe de progresos, de modo que no sólo seremos testigos de lo que cuenta, sino de cómo lo cuenta, porque los cambios que van teniendo lugar en él, en su inteligencia y en su conocimiento sobre sí mismo y sobre la realidad que le ha tocado vivir, se van reflejando en su forma de escribir. Charlie es operado y su inteligencia comienza a aumentar. Poco a poco va comprendiendo cosas que antes se le escapaban, y esto acabará por convertirse más en una tortura que en la alegría que él esperaba, porque en un momento dado, alcanza un doloroso conocimiento de la realidad que resulta muy difícil soportar, con el consiguiente sufrimiento que ello conlleva. Pero quizá el problema tenga que ver más con el hecho de que, pese a haber logrado un rapidísimo crecimiento racional, su crecimiento emocional no ha ido a la par, con lo que gestionar las emociones (sobre todo el amor hacia una mujer) se convierte en un verdadero suplicio y comportarse como un adulto parece también imposible.
Flores para Algernón es una novela singular desde el punto de vista del género, la forma narrativa, los recursos, el contenido y el fondo. Se trata de una novela de ciencia ficción, pero en ella no se describen elementos tecnológicos. Su eje principal es la neurociencia, que sirve como excusa para describir un mundo deshumanizado donde las relaciones sociales (explicadas a través de las vivencias de Charlie) son anómalas y despectivas y donde la empatía y el cariño brillan totalmente por su ausencia . No se nos traslada tampoco al futuro, se nos describe la década de los 50 y la trama permite examinar la sociedad de una época que, en realidad, podría ser cualquier época. Además, plantea el dilema eterno de si es mejor ser ignorante y feliz o concienciado e infeliz, otra cuestión aplicable a todos los momentos de la historia de la humanidad...
A través de diversas líneas de acción, Dick nos presenta a una serie de personajes interconectados entre ellos de una forma u otra y nos muestra su vida diaria, mostrando de manera muy clara cómo vive una parte importante de la sociedad americana, tanto la autóctona como la de ocupación. Encontramos personajes americanos, japoneses, alemanes, seguidores del Reich, espías, trabajadores rasos, y gente que no sabe por dónde navega, que no sabe cuál es su papel en este nuevo mundo. Y gracias a todos ellos, es muy fácil entender el estado de ánimo de una población sometida y los problemas morales y existenciales de algunos de los sometedores. La novela tiene el mérito de introducir al lector en una realidad alternativa que se describe de una forma sumamente auténtica, lo que provoca inquietud y desasosiego. Pensar en un orden mundial en el que se ha impuesto el ideario nazi, no puede dejar indiferente a nadie...
Si bien no es la primera obra que trata una versión alternativa de la historia, esta novela prácticamente definió este género de literatura. Ganó el premio Hugo a la mejor novela de 1963 y ayudó a Dick a convertirse en uno de los más conocidos escritores de ciencia ficción de su tiempo. Entre sus novelas, es una de las más centradas en los personajes, y prácticamente no trata temas clásicos de la ciencia ficción que inundan sus otras novelas.
Si os interesa el tema de las ucronías/universos paralelos en el mundo de la ciencia ficción, aquí tenéis títulos variados para investigar a fondo.